martes, 1 de junio de 2010

Ganas de ser feliz.

Esas ganas incontrolables de llorar y no saber por qué, pero saber que es por todo. Esas ganas de contarle al oído todo lo que sientes, de darle besos cuando menos se lo espere, ganas de ver llamadas perdidas de él a las dos de la mañana, ganas de caminar cogidos de la mano por la playa. Ganas de ser feliz. Pero no, al parecer es mucho pedir.

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